El beso

El beso

No. No es una fotografía actual de una pareja.

Ésta es una foto con 38 años de historia y, nada más y nada menos, que figura en ella el mandatario ruso Mijaíl Gorbachov besándose con Erich Honecker, secretario general del Partido Comunista, al concluir un congreso en Berlín Oriental.

Mijaíl Gorbachov (Stávropol,1931-Moscú, 2022) fue jefe de Estado de la Unión Soviética de 1988 a 1991.  En 1953 contrajo matrimonio con Raísa Maksímovna Titarenko, estudiante de Filosofía, con quien tuvo una hija, Irina, en 1957. En 1971, llegó al Comité Central del PCUS. En 1978, lo eligieron secretario de Agricultura en el Comité Central del Partido Comunista. En 1980, se incorporó al Politburó del Comité Central, convirtiéndose en su miembro más joven (a los cuarenta y nueve años). Y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990.

La noticia, acompañada de la fotografía, saltó a Occidente diciendo que “el líder soviético Mijaíl Gorbachov abrazó a Erich Honecker, comunista de línea dura, y secretario general del Partido Comunista, mientras que miembros del SED aplaudían durante el 11º congreso del partido, el 17 de abril de 1986, en Berlín Oriental”.

Lo que fue casi un escándalo en la Europa de final del siglo pasado, en la otra parte del “Telón de Acero” era un habitual signo político de pacto de amistad. En absoluto fue un beso erótico ni sexual. El beso fraterno socialista era una forma de saludo entre los estadistas de los países comunistas. Este acto demostró la conexión especial que existía entre los estados socialistas. Este ósculo consistía en un abrazo, combinado con una serie de tres besos en mejillas alternadas. En casos raros, cuando los dos líderes se consideraban excepcionalmente cercanos, los besos se daban en la boca y no en las mejillas.

Pero… ¡qué CONTRASTE!

¡Cuánta desolación contemplamos horrorizados! no sólo en los campos de batalla, sino en el destrozo de las ciudades, con sus correspondientes miles de víctimas… Nos llegan unas imágenes de diversos países en guerra que parecen filmadas en blanco-y-negro, y como mucho, en “color negro” de la sangre derramada.

Las vemos en la actualidad, en reportajes diarios por las televisiones y también en crónicas antiguas de a lo largo del siglo XX, con sus consabidas Primera y Segunda Guerra Mundial. ¡Cuántos millones de muertos a causa de las confrontaciones bélicas! Y no digamos de los que quedan malheridos, con secuelas para toda la vida, y añadamos las consecuencias psicológicas que les impiden desarrollar la vida felizmente.

Es sorprendente ver hoy esta antigua fotografía del beso de unos mandatarios en contraste con las imágenes de los gobernantes actuales de países enfrentados.

Démonos cuenta y recordemos que la mayoría de las guerras se acaban: no en el campo de batalla sino en las mesas de negociaciones. Entonces, ¿de qué han servido tantos muertos y tanta destrucción?

No olvidemos que el factor humano —¡la vida de las personas!— sigue siendo siempre, más importante que la cuestión económica o política, que motiva las guerras. Porque, en definitiva, interesa el bien de los presentes.

Una gran parte de la humanidad se horroriza de la lógica de la guerra y hace recordar un slogan de moda en la misma época en la que se publicó la fotografía del beso de Gorbachov: “Haz el amor y no la guerra”.

Se ve que tiene más fuerza la antiquísima expresión: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. …. Pero, así, se demuestra que la humanidad no ha avanzado demasiado.

Junio de 2024

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